Las palabras salen de mi boca y una a una se reunen en torno a tu imagen; una imagen que se pierde en el horizonte de los sueños.
Esos sueños en los que tus manos y las mías eran una sola.
Donde el hueco que quedaba entre ellas era el justo exacto para tejer historias.
Pero el tiempo no perdona y la mañana llega con su látigo de luz, despierta a los ilusos soñadores y lo lanza sin piedad a la realidad.
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