sábado, 15 de diciembre de 2012

Por siempre responsable

Desde hace tiempo he sido testigo de la transformación de un lince (soy parte de él), lo he visto crecer, desarrollarse y experimentar cambios, algunos de ellos no muy comprensibles; pero creo que eran congruentes con su razón de existir.
A últimas fechas noté que ese felino se volvía más grande y creí que eso era muy bueno; pero también, muy a mi pesar, se comenzó a alejar de sus orígenes, cada v
ez más grande pero más alejado de los de su especie. Esos son los riesgos de volverse internacional, me dijeron.

Para ese momento, me convertì en testigo semi externo, sólo me percataba de los cambios en mis visitas semanales, pero aún así, los defendía, el lince continuaba siendo ese felino, un poco más grande, pero conservaba un poco de su esencia, de su fuerza y calidad.

Hoy veo que el lince se ha transformado. Yo, acostumbrado a los cambios organizacionales, me rehusaba a pensar que esas mutaciones nos alejara de la calidad y calidez; pero con tristeza me doy cuenta que al lince lo han mutado en algo sin corazón; sacrificamos la calidad que el lince ofrecía a los que llegaban a su habitat, preferimos cantidad y olvidamos esa calidez que nos hacía diferentes.

Me duele saber que muchos de los comentarios respecto al mal aspecto de este felino se están haciendo una realidad; no sé si seamos una especie en peligro de extinción; pero mientras siga vivo, sea en este paraje o desde alguna otra trinchera seguiré trabajando porque El LINCE del que surgí siga vivo.

Por siempre responsable de lo que se ha cultivado

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