lunes, 1 de febrero de 2010

Tan sólo un instante

Ayer mientras trabajaba escuché una voz,
una vez que me pedía un instante,
en voz alta pregunté
¿quién eres? ¿Por qué te atreves a distraerme? ¿Por qué me quitas el tiempo?
Tiempo muy valioso para mi.

Como respuesta sólo obtuve lo siguiente:

La voz sonó triste y mencionó lo que ahora escribo.

Date un instante, el instante que tus hijos necesitan para saber de ti y para que sepas de ellos.
Sólo un instante en el cual tu esposa pueda acercarse sin miedo y al estar contigo te de el abrazo que quizá en esta semana no ha podido dar porque tu tiempo es muy apretado.

Un instante para que recuerdes a tu hermano, sí, a ese que desde hace un año no ves.

Tan sólo un instante para que estreches la mano del amigo y perdones a tu enemigo.

Date un instante para visitar a los viejos, Sí, a esos dos seres que sin condición la vida darían por tí.

Pero sobre todo, date un instante a tí, un tiempo para ser feliz, porque nadie te asegura que ese instante tal vez sea el último...

Después, sólo el silencio quedó.


No hay comentarios: