sábado, 5 de junio de 2010

El canto del poeta

Capitulo 4
El gusano

El poeta siguió su camino y a cada paso que daba, el cansancio y el hambre hacían estragos en su condición y en su cabeza seguían dando vueltas las palabras que el árbol y la piedra le habían dicho.

Sin darse cuenta comenzó a pensar en voz alta.

+ Pensar con el corazón y buscar donde el corazón me dirija, no puedo entender lo que me trataban de decir.
Tengo tanta hambre que ahora sí sería capaz e comer lo que fuera, hasta un gusano.

- No por favor, no lo hagas, qué culpa tengo yo de que tengas tanto apetito.

+ ¿Quién habló? ¡Ah! eres tu, un gusano que habla; ja, con todo lo que he visto, ya no me parece nada extraño, tal vez sea el hambre o mi cabeza, pero bueno, no temas , no te comeré, sólo era un comentario.

- Es que como te veo tan cansado y se nota que tienes mucha hambre, todo es posible; pero, por qué no comes, aquí hay muchas cosas ricas.

+ Ricas para ti, pero para un ser humano como yo, no creo que lo sea; tu puedes comer hojas e incluso a otros insectos, pero yo.

- Se me olvidaba que ustedes los hombres tienen esa fea palabra, que no los deja hacer cosas.

+ ¿A qué palabra te refieres?

- Pues a su palabra favorita, el famoso "PERO", la utilizan tanto, que tal parece, no pueden vivir sin ella.
Además, siempre les sirve para no hacer las cosas y lo peor de todo es que en la mayoría de los casos ni siquiera lo intentan.

+ Eso no es cierto

- Yo te voy a demostrar que sí, a ver, si tienes tanta hambre por qué no trepas a ese árbol y tomas uno de sus frutos y te lo comes.

+ No es mala idea, pero, están demasiado altos, me podría caer y me haría daño.

- ¿Ya ves como tengo razón? En lugar de buscar la manera de obtener el fruto, antes de siquiera intentarlo, ya te estás cerrando la oportunidad de obtenerlo.

+ Tienes razón, ¡ya sé! Pero, por qué no subes tu, que sabes como hacerlo y me arrojas el fruto.

- A mi no me costaría nada de trabajo, lo hago a cada rato.

+ ¡Pues hazlo!

- ¡No! Porque entonces yo te estaría resolviendo tu problema y tu no harías nada por conseguirlo.

+ ¡Bueno! Pero, me estarías ayudando.

- Sí, ¿y tu no te sentirías mejor si lo lograrás por ti mismo?

+ Creo que sí, recuerdo que cuando era pequeño siempre estaba haciendo cosas que por muy difíciles que perecieran las intentaba y me sentía tan pleno cuando las lograba, pero bueno esas eran cosas de niños.

- Otra vez con tu pero, si tan sólo todos los humanos pensarán como niños, te aseguro que su vida no sería tan complicada.

En ese momento una fruta cayó en medio del poeta y del gusano, el joven se abalanzó sobre la fruta y la tomó en sus manos, se disponía a darle una tremenda mordida cuando de reojo vio al pequeño ser.

+ ¿Quiéres la mitad de está manzana?

- Me da gusto que me ofrezcas, pues me doy cuenta que tienes buenos sentimientos.

+ Recordé que cuando era pequeño, entre los amigos todo nos compartíamos y ahora lo quiero empezar a hacer.

- Gracias por considerarme tu amigo, pues tu lo eres desde la primera vez que te vi, y como muestra de mi amistad un consejo te daré: como niño siempre encontrarás lo que tu mente no verá.

Después de esa recomendación, el gusano internó entre el espeso pasto, dejando al poeta disfrutar de aquel delicioso manjar.

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